14 de desembre 2009

Barcelona no es Blanes -sábado 5 de diciembre 2009-

Me levanto temprano. Desayuno. Pienso en qué hacer. Iremos a la playa a correr, a hacer juegos. Me abrigo. Y me despido de mis padres.
-Nos vamos a Barcelona
-¿Sin mi?
-Has quedado con Alis
-Ya pero… ¿sin mi? ¿Podemos ir con ella?
-Claro

Cojo el teléfono. Hablo con Isabel. Ningún problema. Divertiros. La recojo, vamos a buscar el coche, nos montamos y le presento a mi padre y a nuestro destino, le feria de Sta. Llúcia en Barcelona.

Durante el viaje me explicaba que con su hermana había venido a Calella en tren el otro día, que había estado alguna vez en Barcelona con el cole, que había ido de excursión esa semana…

Al llegar allí fuimos directos a la feria pero paseamos por las ramblas y se quedó asombrada con todos esos personajes disfrazados que sonreían cuando les tirabas una moneda en el cuenco, hucha o sombrero.
Andaba por las ramblas como si las conociera de toda la vida, me hacía gracia, giraba la cabeza hacia un lado y hacia otro observando su alrededor y me reía las gracias.
Ya en la feria se la veía feliz, había Papá Noel por todos lados, abetos, figuritas del pesebre, cachivaches para el establo de Jesús, caganers de todos los colores y tamaños, cagatió
Hasta yo me sentía a gusto… hacia tiempo que no vivía la navidad en la piel de un niño. No es pequeña, Alis hace 5º pero se vive de forma distinta. Aún hay esa ilusión que perdemos todos con los años. Pero era un poco agobiante, Barcelona no es Blanes, había demasiada gente.


Seguimos dando una vuelta cerca de la catedral y decidimos ir a comer. El restaurante al que siempre vamos estaba llenísimo y decidimos andar hasta el Maremagnum y comer algo rápido. Buscando algo que nos apeteciera a todos encontramos unos cartelitos con dibujos de esos con agujeros para poner tu cara y hacerte una foto y ya nos ves a toda la familia corriendo de un pasillo a otro haciéndonos fotos como niños pequeños, hasta mi padre corría.
Alis y yo decidimos que llevaríamos a mis padres al McDonalds, ¡a nuestro gusto! Y después de hacernos un lio pidiendo la comida fuimos a hacer alguna otra foto por la entrada del Aquarium y nos fuimos a casa.

Conóceme, se acerca la navidad -Sábado 28 de Noviembre 2009-

Salgo escopeteada de la ducha. No quiero llegar tarde, hemos quedado a las cinco. Qué me pongo. Me seco el pelo. Cojo el abrigo y me voy. Me olvido las llaves, pico al timbre, subo, las cojo y vuelvo a bajar. Me olvido el dinero para comprar el zumo, ¡mamá tírame dos euros! Salgo corriendo. Llego a la panadería que por lo visto va a ser nuestro punto de encuentro, me acerco a la puerta y toco su timbre.
-¿Si?
-Hola Alis, soy Farah
-Un segundo ahora bajo
-Vale!
¿Qué digo?¿Qué hago? Yo también estoy nerviosa.

Alis ya ha bajado y en un segundo y medio ya le he dicho qué tal ha ido la semana, como le ha ido el cole, qué tal la familia y ¿te gusta el zumo?¿De que lo prefieres?
Fuimos a comprar zumo de piña, que por lo visto le chifla. Fuimos andando hasta mi casa y le presenté a mi madre, que amablemente nos hizo unos crepes de chocolate y otros de queso. Alis se pasó un rato sentada en el sofá y observando la tele sin quitarle el ojo. Parecía vergonzosa, no debe ser fácil estar en casa extraña. Nos metimos en la cocina mientras merendábamos y mi madre le explicó que ella trabajaba en su escuela. Empezaron a hablar sobre gente que las dos conocían y a reírse de algunos profesores graciosos. Alis no paraba de sonreír.
Le pregunté cómo eran las costumbres navideñas en su país y luego decidí hacerle un cagatió con un tapón de corcho, un trozo de cartulina y un palillo.
Le expliqué que yo bailaba y le enseñé vídeos de alguna de mis actuaciones, le gustaron mucho. Luego me acordé de lo que me había dicho el otro día sobre las manualidades y decidimos intentar hacer algo para decorar la puerta y la mesa en navidad.
Lo pasamos genial, cogió mucha confianza y se abrió muchísimo. Hicimos fotos y se fue contenta a casa, o al menos eso me pareció cuando en la puerta de su casa me dio por mirar el reloj: 21:05.

El trigo de República -Jueves 26 de Noviembre 2009-

Estoy nerviosa. No sé si llevar algo de comer. Me ha dicho Isabel, la madre de Alis, que vaya a su casa a conocer a la familia.
Llego a la panadería y me están esperando abajo con una sonrisa, nos damos dos besos, me invitan a pasar, subo las escaleras, es el primer piso, entro… que bien huele la casa. Siéntate! ¿Quieres trigo?

¡Una gente muy amable! Alis aún estaba un poco cortada y su madre tomó el mando de la conversa el primer día. Al llegar me presentó a Jose, uno de los tres hermanos de Alis y también a su padre. Mientras Isabel me ofrecía algo de beber (pedí Fanta) me invitó a entrar en la cocina a oler el trigo. La madre me explicó que era parecido al arroz con leche típico de aquí, pero que en lugar de arroz, en su país era característico hacerlo con trigo. Sin dudarlo un momento cogió un cuenco y me sirvió unas cuantas cucharadas. El trigo estaba delicioso pero yo ya había merendado y me supo fatal dejar algo en el tazón, me disculpé por ello.
Hablé un poco con el padre sobre por que hacía este proyecto y me contó que al principio le daba algo de reparo pero que el hecho de conocerme lo tranquilizó mucho
–pareces maja- me dijo.
Me fijé que mientras hablaba con la familia Alis estaba haciendo un dibujo en una cartulina rosa que le estaba quedando realmente bien, me dijo que le encantaba pintar y hacer manualidades, recordé esas palabras. Sus padres me advirtieron que no le diera demasiada cuerda, que en realidad era un torbellino, se rieron.
Me fui y decidimos quedar ese mismo sábado para merendar en mi casa.